Gambia es un país pobre que , ante la falta de recursos propios de importancia, depende fundamentalmente de la ayuda exterior.
En este marco de precariedad, la implementación de los servicios públicos básicos ,como la sanidad y la educación, es lento para llegar a una cobertura total de la población. A pesar de ello la educación y la sanidad son básicamente gratuitas..allá donde llega la influencia de los hospitales y el acceso a las escuelas.
Pero aparte de esas dificultades infraestructurales que supone para el ciudadano poderse trasladar para recibir esos servicios, existe un problema cultural: hay un sector de población, cada vez menor por las cifras de escolarización en primaria que ronda el 75% tanto en niñas como en niños, que no da importancia a llevar a los crios a la escuela. Si además hay que caminar cuatro kilómetros para ello, tenemos las causas de por qué hay un sector minoritario que no está escolarizado.
La apertura de la escuela Ahlulahi supuso que, aparte de los 77 niños que vivían y recibían enseñanza en la “Casa”, más de 50 se incorporaran a ella de la misma aldea de Kerrgallo y de otras aledañas.. Esas fueron las consecuencias de invertir 4000 euros en la construcción de la escuela: dar enseñanza gratis a 130 niños, de los cuales 50 eran de nueva incorporación.
Con la sanidad ocurre un fenómeno similar : la infraestructura mínima existe, pero mucha gente debe de trasladarse kilómetros para ir al hospital cuando tiene una dolencia, y a su vez existe un handicap cultural que hace más reticente su actitud a la hora de ponerse en marcha. La resignación ante las dificultades y contrariedades, ante la enfermedad y la muerte, hacen el resto. Por eso se muere de malaria: porque no se va al hospital, o se va tarde, cuando poco queda por hacer. No porque no haya tratamiento o sea costoso. El tratamiento, así como el test, es sencillo y gratuito.
Pero quien además, escondida tras la afección de la malaria, mata es la desnutrición y la anemia. Cada día que pasa un cuerpo infectado de malaria baja un punto de hemoglobina en sangre. Si el niño o la persona tiene antes de coger malaria 6 o 7 de hemoglobina, en cuatro días se queda en nada, que es cuando lo llevan a hospital, sin sangre y convulsionando.
Este es por tanto el conjunto de puntos sobre la íes: un problema infraestructural de acercar los servicios a las gentes, y un problema cultural de dar importancia a las cosas que las tienen. Las soluciones que no aporten enfrentar esas causas y que hagan del remedio algo sostenible, no valen para nada, que sea confesable.
Crear escuelas, pequeñas escuelas de primaria en las aldeas alejadas de los centros educativos solventaría en grandísima parte el problema educativo en los flecos que le restan. Dispensarios locales , como el de Buniadu gestionado por Heike y Henry, acercan el servicio sanitario primario, resuelven la mayoría de los casos, alivian otros y alertan al paciente cuando debe de dirigirse al hospital.
Nuestro trabajo en Kerrgallo cierto es que aborda esos campos y muchos otros (la calidad de vida en parámetros básicos y la sostenibilidad económica como culminación, a través del proyecto agrícola). Todos se podría decir. Pero esos tres son los más importantes: el fomento de la escolarización de la zona, con cifras inapelables y de manera sostenible, la atención a la desnutrición crónica y el acercar a esa comunidad, a la comunidad entera de la aldea de Kerrgallo y alrededores, una atención médica primaria.
De esto último quería hablaros en este post, principalmente.
Cuando decidimos construir el dispensario adjunto a la escuela, pensamos de entrada que esa infraestructura nos permitiría atender, en otras condiciones, las pequeñas cosas que personalmente podíamos hacer y que hacíamos y no hemos dejado de hacer cada día: curar heridas, administrar antibióticos, analgésicos, etc..y dejar de lado la bolsa de medicamentos con el que cada tarde, a la hora de la clase de español o administrar los batidos , nos acercábamos, para atender en las aulas a los niños con ese tipo de necesidades...pero , dada la amistad con el equipo médico cubano y la cercanía con la que alguno de ellos sentía la relación con esa comunidad, siempre pensamos que el dispensario, llegado el momento, animaría a alguno de esos amigos a echar una mano, y , por qué no, a pasar consulta de vez en cuando. Una vez a la semana pensaba yo suficiente para darse con un canto en los dientes.
Esta semana que acaba, la doctora Elizabeth y el doctor Félix, comenzaron esa labor. Desde las cinco de la tarde hasta que la luz del sol se apagó. Habíamos dado voces por las mañanas en el pueblo, y fueron muchas personas, la mayoría ellas mujeres, solas o con niños, que alejadas en su ánimo de acercarse al hospital, hasta que el problema les tiene con una pierna más allá, ven en ese dispensario un clavo ardiendo, una oportunidad. Una lepra, a la espera de hacer biopsia, una anemia de 2 o 3 de hemoglobina que hace impensable que esa mujer pueda ni caminar, unos niños pequeños con conjuntivitis, dolores, molestias, flemones, bronconeumonías...y algunas cosas más.
Cada tarde que los doctores acababan el trabajo queda expreso el compromiso, de volver a pasar consulta allá en un par de días. Mucho más de lo que yo había soñado una vez. Un servicio impagable, una labor imprescindible.
Gracias a todos los viajeros que fueron trayendo medicinas, a los que las almacenaron y entregaron a los viajeros, a MXG que surtió de todo lo necesario. Y en especial a estos doctores que usan una buena parte de su tiempo libre para dárselo a los desheredados .
Ese sueño ya se ha hecho realidad. Hay que verlo para darse cuenta de lo que supone...
El trabajo de Modu Sowe, el secretario del Color de la Papaya, como traductor es imprescindible e inapreciable.
Mujeres con un niño colgado de un pecho exhausto y dos o tres criaturas más agarradas a la falda. Que no tienen tiempo para llevar al hospital a esos niños hasta que están muy mal por una u otra causa. Que esperan sentados a la sombra del mango que hay delante de la escuela a que alguien se ocupe un rato de ellos. Un anciano que no va a ir al hospital por lo difícil que se le hace caminar con un pié herido de una úlcera diabética que hay que curar y limpiar cada dos días al menos. Bebés con diarreas que hay que parar antes de que la dificultad y la desidia los deshidraten...y a todos se les da un complejo vitamínico en pastillas para 15 días o un mes...y así se va haciendo esa labor por las tardes.
En verdad que en la vida hay cosas grandes, grandiosas. Momentos que a uno no se le pueden borrar de la memoria y que le cambia profundamente. Que explican mucho mejor que cualquier palabra el sentido de las cosas. Limpiar las llagas del pie deformado de una anciano que no tiene quien le atienda es suficiente
Contemplar como unos médicos cubanos usan su tiempo libre para atender a los miserables enaltece la condición humana y mantiene viva la esperanza. Fueron enseñados en la solidaridad.
Gracias doctores . Gracias a todos los que lo hicieron posible, a Mensajeros X Gambia, a los que creyeron en nosotros, nos ayudan a resistir y nos apoyaron, a los que dieron algo de su tiempo para este dispensario, a los viajeros que trasportaron las cosas necesarias, a los que dan los batidos y las medicinas...y a ellos, los desheredados, que están ahí para recordarnos en el fondo qué poquita cosa somos y en cuánta necesidad andamos todos...
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