martes, 3 de noviembre de 2009

Los Niños de Kergalo


Sucedió durante un día de Ramadán.

Hacía tiempo que en mi casa alguno de mis hijos había comentado acerca de su existencia.

Niños que se les veía en Barra con pequeños hatillos de leña para vender. Su ropas, en algunos casos harapos , llenas de suciedad, el olor a miseria que las mismas desprendían al subirles en el coche para dejarles al borde de la carretera frente al camino que llevaba a su aldea, indicaban que esos niños no pertenecían a una normalidad de carencia que es la pauta en este país, sino que estaban sacados del pozo de la miseria.

Entre unos y otros recogimos algo de información sobre esos chavales: se trataba de los alumnos de una escuela coránica gratuita. Habían llegado de diversos países, Guinea, Senegal, Sierra Leona... algunos de Gambia. Sus padres los habían dejado o los habían mandado allá para que aprendiesen árabe y Corán. Las familias no facilitaban al profesor encargado de esa “institución” ningún tipo de ayuda para el sustento de los chicos y ellos contribuían al mismo recogiendo leña del bosque y vendiéndola en la cercana la población de Barra.

Eran pobres de solemnidad y sobre todo estaban carentes de cualquier cuidado familiar, más allá del que pudiera ofrecerles el profesor y su familia.

Hacía tiempo que me decía a mí mismo que debía ir a conocer a esos chicos, esa escuela, e interesarme por su situación.

Fue ese día de Ramadan, de ese mes más propicio para hacer examen de conciencia, ponerse las pilas, hacer una parada en la dinámica cotidiana que absorbiéndote echa lejos de ti las cosas que realmente son importantes...

Ese día no llegué como siempre hasta Barra: me desvié por el camino de arena que conduce a la aldea .

Un amigo, Modu, el hijo del Alcalo, me proporcionó toda la información que necesitaba saber. Entre la larga lista de miserias y anécdotas sobre la vida de esos chicos, fue el saber que pasaban hambre lo que me sacudió. Maldije las veces que había pasado frente a aquel camino sin tiempo para desviarme.

Tenía presente mi ansiedad al final del día porque llegara el momento de tomar de nuevo alimento , tenía presente el hambre y la sed después de 14 horas de ayuno, y la satisfacción de tener en mi mesa todo lo que necesitaba para saciarlo en ese momento.Y quedar ahíto.

Aquellos chicos, por lo que me contaba Modu, deambulaban por los compaunds de la aldea al caer la noche pidiendo algo que llevarse al estómago. Me contó como uno de los más pequeños, tal vez de siete años se había dirigido a él días atrás diciéndole que se encontraba enfermo. A Modu le bastó una mirada a su cara para saber cuál era su dolencia: fue a por una barra de pan y se la dio. El chico la devoró y después de tomar esa “medicina” dijo que se encontraba mejor.

El bueno del profesor y su familia que trataban de dar de comer a más de 50 niños cada día no siempre llegaban para satisfacer a todos.

La implicación de la presidenta de la Asociación de mujeres de la aldea fue la apoyatura imprescindible para que la cosa funcionara. Ella me prometió que se reuniría con la mujeres para buscar su colaboración y que fueran ellas las que se encargaran de cocinar para los niños un poco de arroz extra cada día.

Al día siguiente me dijo que serían las esposas del Imam, en su compaund, allá donde se guardaban los grandes pucheros de que disponía la Asociación, en donde se haría el arroz para los chicos.

Cuando me marché comprendí que aquello iría para largo, que se trataba de traerles cada día una cantidad que complementara la que el profesor podía disponer.
Para empezar serían 3 kilos de arroz, un par de kilos de pescado, y el tomate, el aceite, la cebolla y otros complementos para hacer un arroz algo escaso pero que bien podría solventar el asunto de momento. Y el resto, Dios diría.

Así empezó, aquel día de Ramadan, una singladura que habría de sorprendernos y bien pronto por la cantidad de satisfacciones, bendiciones, sorpresas, amigos y nuevos proyectos que nos habrían de esperar a la vuelta de cada recodo del camino.

Este blog lo he abierto para contar esa singladura y está dedicado a aquellos amigos y amigas que un día decidieron desviarse de la carretera asfaltada por la que pasaban más o menos veloces en un Jeep descubierto para turistas y recorrieron el corto trecho de arena que media entre ella y esa aldea, más allá de la masa de árboles de mangos que nos la ocultan de la mirada, para adentrase por un agujero de gusano en un viaje a otro mundo, que no es otro viaje sino el que nos lleva al corazón de nosotros mismos.

Y por eso,y especialmente, este blog está también dedicado a ellos, los auténticos protagonistas de esta historia, aquellos a los que estamos agradecidos: los Niños de Kergalo.

4 comentarios:

Historias de África dijo...

Hola: Estoy encantado y emocionado ante la creación de este blog. Una ventana al mundo para conocer la historia y el presente de los niños de kergalo y la realidad del poblado.
Y ya deseoso de leer el siguiente capítulo.
Un abrazo y gracias por tu tiempo.
David

Ahmed dijo...

Gracias David por tus ánimos y por tu energía.

Yo también espero y deseo que vayamos construyendo esta historia. Además tratándose de unos niños me viene a la cabeza el pensar que un niño no puede imaginarse una historia sin un final feliz. Y creo que en este caso ese anhelo innato de los pequeños porque todo acabe bien, va a cumplirse: hemos empezado tan abajo, tan abajo, que es donde encontramos a estos chicos, que cada día que pasa es necesariamente un escalón más subido hacia la felicidad.

Y hay otra ventaja: cuando se es tan poco lo que se tiene y tan difícil la vida cualquier cosita que la mejore es una fuente intensa y abundante de satisfacción.

Sus rostros reflejan espectación y agradecimiento. Su entusiasmo ante cada tarea que les sugiero para mejorar las cosas en su entorno es apabullante...Les hemos dado una esperanza y se agarran a ella con decisión y siempre con un "gracias" en los labios.

Van por vosotros.

Gustavo

marka dijo...

Bonito blog Ahmed.
Javem me informó y me ha gustado muchísimo lo que he leido.
Felicidades
Un Saludo

Ahmed dijo...

Hola Marka, muchas gracias por tus palabras.
Ya ves que no es un blog al uso de nuestra tertulia, ni ha sido creado para eso. Tan solo es contar una historia, para que aquellos que un día se sintieron involucrados tengan, desde la distancia, un hilo que los sujete a la cometa...y para todos aquellos a quienes les gustan hacer volar cometas...
Un gran abrazo y gracias por tus amables palabras.

Ahmed