domingo, 25 de abril de 2010

LOS NIÑOS DE KERRGALLO (LX). Desnutrición crónica. Humanidad crónica.





Esta mañana cuando los doctores me llamaron por teléfono para decirme que ya estaban en Barra, al ir a recogerlos, quise pasar antes por la explanada para decirles a los chicos que esa mañana no se desperdigaran por cualquier parte pues vendrían los doctores cubanos a hacerles una visita.

Hace un par de días que el Profesor salió de viaje a Basse Santa Su, al otro lado del país, casi en la frontera con Mali, para asistir a las exequias de la hermana de su esposa.

Eran las nueve de la mañana cuando llegué a la escuela. Todos los chicos y la niñas se encontraban haciendo algo: unos pocos de los más mayores andaban metiendo arena dentro de las aulas para buscar el nivel y aplanar el suelo, otra media docena preparaba el armazón de palos que sujetará el techo de paja de una nueva cabaña, esa que han realizado con el reciclaje del barro obtenido de la cabaña que se calló hace un tiempo, una vez volvieron a meter la tierra en los moldes . Ibrahima se ocupaba de los cuidados de la huerta. El resto, la mayoría de ellos, unos cuarenta seguían la clase a la sombra del árbol en donde se apoyaba la pizarra. El “profesor” suplente era uno de los mayores, Abubakar, y me sorprendió la disciplina y orden con el que un grupo tan numeroso seguía las instrucciones de un muchacho poco menos que adolescente.

Como hormiguitas cada uno de ellos iba a su asunto sin que se necesitara la presencia de un adulto.

Había en toda la explanada un gran orden adornado por la serenidad de esas primeras horas del día . Cada grupo concentrado en su quehacer. Ciertamente era hermoso. Son extraordinariamente obedientes y responsables y siguen el programa de estudio y trabajo que el Profesor les había marcado antes de su imprevista marcha.

¿Quién podría imaginarse que una comunidad de niños y niñas y adolescentes, sin padres ni madres presentes en sus vidas, pudieran mantener ese nivel de responsabilidad y disciplina, aún en ausencia de su tutor?

Es evidente que la figura de ese hombre misionero que les cuida y dedica su vida a ellos, se yergue imponente desde su modestia y afecto y nadie entre esos chicos puede imaginar contrariar sus instrucciones. La relación vinculante maestro-alumno adquiere en ellos una intensidad desconocida para mí, al margen de las historias leídas en  los libros que refieren el nexo de unión entre los maestros espirituales y los aspirantes. Simplemente me parece hermoso, de una luminosidad profunda.

Tras recoger a algunos de los doctores en Barra pasamos por la casa de ellos en el Hospital de Essau para completar el grupo, y la conversación se adentró en tertulia ante la fecundidad de ideas y datos que la participación del Dr Guimaraes aportaba. Era la primera vez que conocía a este hombre del que tanto había oído hablar. Estaba claro que no era "tan solo " un doctor. Su condición de Profesor de Universidad era brillante.

 La conversación, no recuerdo por qué razón,  había derivado hacia las crisis de histeria que más a menudo de lo esperado afectaba a pacientes que ellos atendían por esta causa. Y de ahí hacia las consideraciones sobre las causas hipotéticas por las cuales,   en una sociedad con las particularidades de ésta, podían producirse.

Más tarde en aquella explanada rodeados de niños y adolescentes, me preguntaba yo cómo estos últimos debían de vivir esa etapa de transición que de común consideramos tan crítica.

¿Cómo unos niños se proyectan hacia su adolescencia cuando el hilo conductor de su existencia está marcado por esa relación que yendo más allá de lo paterno-filial discurre por la vía de la transmisión espiritual.?
El encauzamiento de la edificación de la identidad personal en ese tránsito hacia la madurez pensaba yo debía de estar muy condiconado por otros factores que influyeran en la estimulación o en la contención de ese hijo bastardo del "yo" cual es el "ego", y cabía considerar que los condicionamientos culturales eran determinantes para su contención o no. Probablemente ahí, en ese sometimiento temprano de la "bestia" , se encontraban elementos interesantes para la reflexión.

La ciencia moderna había seccionado por partes la realidad para analizarla. Y las había aislado en gran medida entre sí, y en relación al todo. Quizá la psicología y la sociología, necesitaran un poco de metafísica para , ubicando al hombre en su lugar, entenderlo algo mejor.

Una proposicón poco "científica" a tenor de los criterios dominantes en los últimos 300 años..


Cuando unas horas después aparecimos en la explanada, los chicos, desperdigados ya a esa hora entre los árboles de anacardos, y los campos, algunos echando un sueñecito de medio día en las chabolas pues se levantan a las cinco de la mañana, fueron apareciendo por grupos, y antes de concentrase a nuestro alrededor iban a asearse el cuerpo y ponerse sus mejores ropas. 

Como siempre que aparecen adultos de visita por allá, nos habían traído rápidamente cinco sillas de plástico que colocamos a la sombra del árbol que sostenía la pizarra.

Sus hábitos de limpieza están cambiando, se percibe un progreso importante en la actitud y en la limpieza personal, y por ahora no ha sido necesario implementar aquella organización de “comandos” manu militari. Bastó la insistencia en su importancia y la medida que lo acompañaba, para que los chavales, siguiendo claro está,  las indicaciones del Profesor, comenzasen a ser más insistentes en ese asunto. El primer síntoma de ello es que tras las cabañas aparecieron unos “escusados” realizados de cañas que daban privacidad a las duchas.

“Voy a mandarle esta foto a mi hija para que vea qué tipo de escuela tienen estos niños y la que ella tiene en Cuba” dijo el Profesor Dr Guimaraes mientras fotografiaba el árbol con la pizarra.

Los doctores repasaron el  censo con edades , pesos y medidas que semanas atrás habían confeccionado los doctores Felix, Maritza y Julio en la huerta, revisando a cada uno de los pequeños. Tan solo de 15 años para abajo.

Al cabo de poco la cosa parecía iba a estar tan clara como lo fue al final: todos los niños y niñas, unos 45, menos un adolescente bien desarrollado, padecen de desnutrición crónica.

Íbamos a empezar cuánto antes con el plan que debían de trazar los doctores para la administración de los batidos  y estudiar su efectos que sin duda, como diría el Dr Guimaraes,  iban a ser muy positivos, a la espera de constatar otras manifestaciones que pudieran provocar en niños en tales condiciones.

Tras el largo rato pasado con los chavales nos marchamos de allá, sabiendo que esos chicos acababan de aumentar su lista de amigos y padrinos. Mientras ellos seguían con su quehaceres diarios yo sabía que, poco  a poco,   el futuro de esa pobre comunidad se mostraba más benévolo. Acababan de seducir desde su miseria, sencillez,  inocencia y bondad al Dr Guimaraes y al Dr Ramón. Ellos desean sentarse en el suelo con los alumnos a compartir un arroz con algo más de proteínas. Y prometieron que lo harán con ocasión de la próximas y ya tan cercanas Primeras Olimpiadas de la Escuela de Kerrgallo, para las que anunciaron su asistencia.

Gracias a la receptividad y amistad de los doctores de Essau, los niños de Kerrgallo habían agarrado una veta de humanidad cubana que, sé,  habrá de ser muy importante en su futuro. Yo rogaba en mi interior que ese "chute" se convirtiera en  un gota a gota de humanidad crónica que ayudase a cambiar el  destino de esos inocentes.


       Un océano tan escaso que perdió su color

       azul 

       para volverse arena
     
       Un naúfrago inocente arrojado por las fauces de la impotencia     


       Una tabla  de salvación    


       Dos manos


       Un niño. 
      
       12 años. 126 centímetros. 


        y  22 kilos de peso. 


        Una triste sonrisa.


        Y un taladro en la  mirada...

        que  pregunta

       ¿dónde está el océano?

        ¿quién  el naúfrago?

         y para quién  la tabla?




Volví a recordar las palabras que un día me escribiera mi amigo Miguel Angel.


Hermano yo he visto en los ojos de muchos niños que han llegado hasta mi, la mirada de Dios preguntando si era capaz de reconocerle dentro de lo que yo percibía como dolor , abandono,  miseria… y cuando por fin podía ver con claridad la respuesta, lagrimas de gratitud y de infinito amor venían a confirmarme que era yo el que estaba necesitado porque mío era el dolor,  el abandono y la miseria … y una vez más el milagro del Amor transformaba mi percepción en comprensión, y así el dar se tornaba en recibir más de lo aportado »

1 comentario:

Marta dijo...

Fantástico lo de Abubakar, fantástica la implicación de los médicos cubanos, FANTÁSTICOS los batidos (digan lo que digan).

VIVA KERR GALLO!!!!
VIVA CUBA!!!!