domingo, 28 de marzo de 2010

LOS NIÑOS DE KERRGALLO. L. La magia de la Alquimia del Amor

Autora: Una entrañable amiga de esta casa y de aquella explanada...

...que ha abierto una puerta para enriquecer El Color de la Papaya. Hacía tiempo que acariciaba la idea de que escribiérais en una historia como ésta, que ya escribís en la realidad, porque es el factor humano la clave de la historia, sois vosotros y sois ellos. Es exactamente esa interacción en donde residen todos los secretos. Que de manera más o menos infortunada trato de reflejar, pues dicha clave tiene un carácter universal proyectada como forma de vida, de superación, de resolución de problemas. Es la alquimia del amor, de la que tantos de vosotros sois protagonistas.


Me encantaría que la iniciativa de esta buena amiga tuviera continuidad, tanto en ella como en otr@s. De alguna manera me gustaría que el puente no sirviera solo para acercar orillas, sino que de vez en cuando el mismo puente fuera un  lugar de encuentro. Tan solo es una dimensión más de lo mismo.


Gracias.






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Hace algunos días escribías sobre Kerr Gallo...


“...Curiosamente es un lugar preñado de quietud, de paz, y el verdor que a su alrededor se va levantando le confiere, poco a poco, un halo mágico. Pero la magia viene de otra parte.


No todos los visitantes lo perciben, pero sí muchos de ellos. No me gusta esa palabra de “mágico”. En realidad se utiliza para reflejar, aun sin saber a que nos referimos,...”


Ese mismo día estaba en casa escribiendo sobre esa magia que creo que si he percibido en Kerr Gallo.


De hecho he vivido diferentes momentos mágicos en Gambia, pero no con la misma intensidad como los vividos en la escuela.


¿Como explicar esa sensación? Difícil. Hace días que le doy vueltas. Al final he llegado a la conclusión de que por mucho que me esfuerce en describirlo solo lo entenderá quien lo haya vivido. Quien haya estado en Kerr Gallo. Quien haya pisado la explanada. Quien haya sentido el calor de los chavales. El amor del profesor. La mirada sincera de la comunidad.


No tod@s los que han llegado a Kerr Gallo han descubierto esta magia. He visto como algunas personas llegaban, no entendían y se iban sin que la magia les hubiera llegado al corazón.


He estado varias veces allí, todas esas veces contigo y con diferentes personas más.


Y todos los grupos con los que he estado han comido y se han ido. Algunos han llevado ayuda a los chavales, se han implicado, han ayudado, colaborado, pero creo que pocas personas han percibido la magia.


Mucha de la gente que he visto pasar por la escuela estaban más pendientes de otras cosas. Han visto niños sucios, mocos colgando, un parque temático de la pobreza. Otros han visto al diablo, la madrasa, a los malos, en definitiva al cliché Islam.


Y, que lástima, no han sentido sus corazones palpitando, corazones que casi se les salen del cuerpo. No han oído el amor que susurra en aquel trozo de sabana.


Tal vez es cierto que yo he estado unas cinco o seis veces en la explanada, y que por lo tanto he tenido más oportunidades de captar Kerr Gallo. Aunque creo que desde el primer día el alma de la escuela se apoderó de mi.


Yo no les veo la suciedad, ni los mocos. Tampoco veo diferente al hermano musulmán. La religión no me separa de ellos. Cuando te relacionas con los chavales ves a las personas y te dedicas únicamente a vivir ese momento mágico.


Se me hace el corazón añicos cada vez que me tengo que marchar de Kerr Gallo.


Me duele especialmente el recuerdo de uno de los chavales, Hassan, que al ver que nos íbamos vino corriendo para preguntarme si al día siguiente volveríamos, yo le contesté que si, pero no me fue posible, así que me volví de Gambia con esa espinita de no haber ido a decirles adiós.


En fin, es una muy buena excusa para volver ¿no?


Me despido hasta la próxima.


Un fuerte abrazo de tu amiga que te quiere.

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