miércoles, 17 de marzo de 2010

LOS NIÑOS DE KERRGALLO XLVII. Más que lo soñado



He conocido cuatro misiones cubanas en Gambia. Se turnan cada dos años. Y en la mayoría de los casos la convivencia hecha de tardes de aromas de cafetal ,  limonadas y tertulias en la terraza y de visitas a su casa en el Hospital de Essau, ha sido una de las cosas más gratificantes de las que hemos gozado en estas tierras de Gambia.

 Y no ha sido así por compartir la misma lengua y por haber aprendido de ellos algunos postres “a la cubana”  deliciosos como el turrón de maní y el dulce de Papaya Verde.

“Fruta Bomba” que  la llaman ellos, después de haber aprendido recientemente otras acepciones lingüísticas más curiosas propias de aquella isla endosadas a  la fruta que adorna con su color   esta historia...

 
                                  El doctor Julio y la doctora Maritza en El Color de la Papaya...Verde
                                                                    Doctor Felix



Los cubanos siempre serán un capítulo importante en nuestros recuerdos, cuando con el paso del tiempo se conviertan en memorias  de nuestro paso por esta esquina occidental de África. Algo diferente.

Suele aplicarse este apelativo de  “diferente”, o el de “especial” muy a menudo en nuestra cultura tan hecha de pleitesía al ego, donde tan importante es “sentirse diferente”, hacer que te sientas diferente y especial: tú.

Pero paradójicamente, lo que hace a los cubanos "diferentes",  al menos a los doctores, o a la mayoría de ellos que hemos conocidos, es que son “diferentes”, seres humanos diferentes,  precisamente en torno a esa lacra de nuestra cultura decadente: el ego. Son diferentes por tener un nulo o insignificante perfil de ego.

Hemos conocido profesores de Universidad, especialistas importantes , doctores y doctoras que en su país son directores de Hospital, gentes en definitiva con un perfil profesional de tres pares cuya característica humana para nosotros más sobresaliente y generalizada  era la humildad, la sencillez, la autenticidad humana.

A mí no me ha sorprendido en exceso su preparación profesional, cosa ampliamente conocida desde antes, sino la pasta de la que están hechas sus personas. El patrón con que han sido forjadas sus almas.

Se me dirá que generalizar es un error, y puede ser  cierto, pero con todas las excepciones que vdes quieran lo cierto es que esas excepciones son la confirmación de la regla.

Tampoco fue un descubrimiento para mí que la política solidaria de esa nación que tiene diseminados por el mundo, allá donde las carencias los necesitan,  miles , decenas de miles de profesionales de la sanidad, la educación y el deporte, estuviera mezclada con los legítimos intereses personales de un progreso personal económico dadas las circunstancias numantinas a las que el Imperio les somete, e incluso con los intereses económicos nacionales de exportar su mayor riqueza, el factor humano, haciendo de ello una de sus principales fuentes de entrada de divisas.

Además poner de relieve  esos aspectos colaterales y sobrevenidos no solo pudiera ser mezquino, sino que sería básicamente erróneo, ya que nos plantearía una vez más el dilema de qué fue antes si el huevo o la gallina. Pues lo que una consideración de la historia y sus condicionantes nos diría sin paliativos es que antes que esa presencia masiva de profesionales cubanos en el mundo constituyera una ayuda personal y nacional a esa nación acosada, antes que todo ello el impulso auténtico de ese gran movimiento fue la conciencia de solidaridad internacional para con los necesitados del mundo.

Ha sido su práctica solidaria desde antaño implementada, la que ha traído esos alivios económicos tanto a la nación cubana como a sus profesionales, y no la búsqueda de esos legítimos intereses la que ha diseñado su práctica internacional de ayuda al tercer mundo.

A este servidor, que anda dándole casi siempre vueltas al asuntillo de la condición humana, que es en realidad lo único interesante en esta vida, el “caso cubano” le ha dado no solo sorpresas sino mucha tela que cortar.

Se puede no tener casi ego y ser extraordinariamente egoísta, o insolidario. Aún recuerdo muy a menudo esa tremenda realidad que tendría que descubrir en su íntegra dimensión posteriormente, que aquella joven gambiana me desveló cruzando el ferry hace ya cinco años “Quiere vd saber cual es el problema de nosotros , los africanos. Que cada cual solo piensa en sí mismo, que somos tremendamente egoístas”.  Las excepciones también confirman la regla


 Mr Yuma Njai en sobremesa con los doctores cubanos. Quiere estudiar español para enseñarlo a sus alumnos


Después de unos pocos años fuera del primer mundo, para mí es muy claro que la hiperinflación del ego es un subproducto, quizá la guinda culminante de la desarticulación programada y ya  crujiente del ser humano, propio de la cultura occidental. Propio del “sistema”.

Hay que vivir “encantado de haberse conocido uno a sí mismo”, no vaya a ser que si los velos no son tan espesos nos acabemos dando un tiro en la boca por ver hasta donde hemos llegado. O nos volvamos locos de ver nuestra propia realidad .Ensimismados en su misma mismidad, y encantados con el mejor de los mundos posibles. Juá¡

Recuerdo aquella tarde en la terraza, hace pocos meses,  saboreando un café negro con los amigos doctores, que aquellas dos señoras  (norte) americanas que se habían alojado días atrás en La Granja, llegaron de su excursión de dos días a un punto lejano , río arriba.

 Tras tomar posesión de su habitación, y una ducha refrescante, se deslizaron hasta la terraza, cada una con un libro en la mano, dispuestas a pasar una tarde relajada.

Reconozco que fue un punto de mala leche por mi parte, bien camuflado de pizpireta cortesía hacia mis recién llegadas huéspedes,  lo que me hizo acercar a una de  las señoras al rincón donde departíamos con los doctores con un desparpajo que obviaba las consecuencias de los elefantes de compras por las cacharrerías. Numancia y el Imperio.

-         “ Bienvenidas de nuevo a casa señoras. ¿Qué tal la excursión?  (...) fantástico ¡ Vengan que les quiero presentar a esos amigos y amigas cubanas. Son doctores y hacen una extraordinaria labor de solidaridad para con este pueblo. Son casi 200 en Gambia. Gracias a ellos este miserable pueblo, y los que vivimos aquí tenemos la garantía de una atención médica decente. Son héroes”

La sutilidad y profundidad de la breve escena que transcurrió a continuación de mi medida provocación tachonaría brillantemente los perfiles de estereotipos provenientes de dos universos humanos diferentes. La solidaridad fraternal hacia los seres humanos y la idolatría hacia ese delirio de la libertad individual tal y como la conciben los replicantes creados por el sistema...

Antes debería decir que la agradable dama en cuestión hablaba perfectamente español, pues era profesora de este idioma para los nacionales norteamericanos....en India.

Unos días antes habíamos tenido oportunidad de charlar.

      -   “Así que vd es profesora de español para norteamericanos que viven en ...la India?
-         “Pues sí. Y antes lo fui pa(r)a los que vivían en Dubai”
-          “Comprendo. Muy interesante, su español es perfecto, mis felicitaciones..”
-         “Tanto como pe(r)fecto..”
-         “De verdad, se le entiende todo perrfectamente. Cierto es que el acento prropio es algo evidente, es claro que vd es norrteamericana...”

Evidentemente la bases del Imperio ofrecen todo tipo de ofertas internas de consumo tanto las destinadas a hacer la vida más agradable a los esforzados protectores mundiales de los valores universales, como aquellas enseñanzas que les capacitan para más miméticamente seguir realizando su humanitaria labor en todo el planeta, sea cual sea el idioma que hablen los nativos. Aprender no ocupa lugar, y ofrece más posibilidades.

Todavía, entonces,  no se había ido el verdor dejado por la época de las lluvias, y ciertamente que aquel mes de noviembre era el más adecuado para visitar el país: su belleza estaba aún en apogeo y la insoportable humedad acumulada tras meses de agua dejaba ya a la tierra transpirar en paz. El agua hecha vapor había vuelto a las alturas y la celeste y  despejada claridad no era más que una sonrisa irónica pensando en lo que ocho meses de sequía habría de depararnos más adelante.

Mientras tanto el otoño nos traía unas semanas de cuartel esplendoroso y el arribo a estas tierras de un nuevo equipo de doctores cubanos que como las aguas vivificadores dejadas atrás, volvían a inyectarnos en vena una nueva dosis para poder seguir creyendo en el ser humano.

El día había discurrido apaciblemente con aquellos nuevos integrantes de la misión cubana que empezábamos a conocer y volvíamos al cafetito y a la charla tras la comida.

Antes de que la terraza pivotara sobre dos sobremesas distintas que habrían de observarse de reojo tras el intercambio de las  presentaciones realizadas por mí, y una vez la profesora de español hubiera vuelto al otro extremo del porche, justo unos minutos antes en el extremo izquierdo de la terraza el Dr. Julio, a tenor precisamente de nuestra obligada apología de su trabajo solidario, había comentado con una sincera modestia:

“Bueno, es curioso, pero recientemente se habían hecho unas encuestas a estudiantes de medicina en Venezuela, similares a la que se realizaban en Cuba, en donde la respuesta a la  pregunta “¿por qué quieres ser médico?” allá había sido abrumadoramente contestada con un  “para poder ganar dinero y situarme mejor en la vida”, mientras que la respuesta de los estudiantes cubanos, así mismo mayoritaria había sido “para ayudar a los demás”...

Pocos minutos después de estas palabras las exploradoras de up river aparecían en la terraza.

“ Bienvenidas de nuevo a casa señoras. ¿Qué tal la excursión?  (...) fantástico ¡ Vengan que les quiero presentar a esos amigos y amigas cubanas. Son doctores y hacen una extraordinaria labor de solidaridad para con este pueblo. Son casi 200 en Gambia. Gracias a ellos este miserable pueblo, y los que vivimos aquí tenemos la garantía de una atención médica decente. Son héroes”

“Nuestra amiga es norteamericana está de vacaciones y da clases de español en la India”

Para entonces ella ya se había plantado frente al tresillo que ocupaban nuestros amigos.
Los cuales, se mantuvieron sentados en sus lugares con un saludo cortés que evitó el estrechamiento de manos. Y así, tal cual, con el rostro clavado en la misma posición frontal “barrió” el arco visual que ocupaban los cubanos con un movimiento de ojos, del rabillo izquierdo al derecho y vuelta al mismo punto, y un vez más al centro, mientras decía con su acento nasal desgranando las sílabas:

“Muy, in-te-(r)e-san-te ¡ “, para sin mediar descanso soltar “Y este t(r)abajo lo hacen vdes obligados?”

Doctor Julio, con la suavidad y contención que le es tan propia, respondió:

“venimos porque deseamos venir, de hecho hay más solicitudes que plazas en las misiones exteriores de ayuda”

Es curioso observar las reacciones de los programados por el sistema frente al “enemigo” cuando la posibilidad de contemplación de un dato nuevo les ofrece la oportunidad de reconsiderar sus pre-juicios. No existe reacción. Son impermeables. De hecho podrían aparentar un cierta sorpresa y decir “Ah, pues yo creía que...” Nada, impertérrito el ademán, saludó y se volvió para sentarse  al extremo derecho de la terraza  donde su amiga le esperaba, desplegando por la mitad un libro que debía ser muy inte(r)esante,   o de prosa difícil a pesar de estar escrito en inglés, pues en la hora siguiente observé que a mi huésped le costaba pasar las hojas con fluidez, mientras por el contrario la posición de su cuello estirado fijaba su pabellón auditivo en marcación casi lineal al otro extremo del porche .


                                                       Felix visitando la futura escuela



Estos días atrás  había dejado de soplar intermitentemente el viento proveniente del desierto que hacía que hasta  los objetos colocados a la sombra estuvieran calientes al tacto.

La tarde pasada hace dos días  en la huerta de  El Color de la Papaya, mecida por una suave y refrescante brisa  , hizo que  aquel primer contacto del equipo de tres médicos cubanos de Essau con los niños de Kerrgallo fuera en todos los asuntos inmejorable.

Las tertulias con los cubanos son un lujo, es precisamente esa ausencia de compulsión interior que hace que si se está hablando de la dieta del desayuno, alguien salte con “..pues a mí el desayuno que me gusta..” “...pues yo...” “...para mí..” “...lo que no soporto es...”. Por ejemplo. No estoy hablando de personas, estoy hablando de sistemas y de subproductos de los mismos. Estoy hablando de plantas y de sus  frutos, de programación mental y del yo-yo-yo como resultado buscado de una sociedad deshumanizada que pivota alrededor de la edificación de un espantajo ficticio creado como territorio de contacto y seudo encuentro  con otros espantajos ficticios.

Ensimismados en su misma mismidad.

Hay otras “programaciones” claro. Otras educaciones, otros sistemas. El asunto estriba en que unas u otras coincidan o se  alejen de  los parámetros capaces de liberar al individuo y hacerlo feliz, en la medida que parcial o integralmente el “molde” coincida con el “original”, el Hombre Verdadero, que diría el Taoísmo. Paz interior como resultado y como baremo para medir la idoneidad o perversidad del “sistema” . La prueba del algodón de Mister Proper.

Había esperado mucho de ese contacto con Kerrgallo, pero fue mucho más de lo imaginado.

La Dra. Maritza, y los doctores Julio y Félix, escucharon la historia de  aquellos niños, de aquel profesor y de lo que por allá se estaba cociendo.

Lo que me sorprendió de su perfecta comprensión fue la captación de los aspectos más lejanos, más quiméricos que acunan nuestros desvaríos . No había pasado antes, y menos de una manera tan poco preambular. Tan directa.


Hubieron de ser las palabras del doctor Felix las que me clavaran en la silla. Él , que en nuestro anteriores encuentros había hecho gala de una prudencia y discreción que hacía que sus palabras pudiera ser contadas había ajustado la mira en lo más lejano:

“lo grande, lo grandioso de esta historia de lo que se está haciendo aquí es la repercusión social incontable que la acción de estos niños contiene. Esto es revolucionario. Estos niños se esparcirán y llevarán consigo un mensaje y una manera de hacer las cosas que puede cambiar la vida de miles de personas...” “Esto es soñar utopías y hacer posible lo imposible, esto es cambiar el mundo” “Jamás pensé que pudiera encontrarme en este país algo semejante, y personas que estuvieran haciendo estas cosas. Esto me llena de emoción”

Habló de Fidel, de los casi cincuenta que salieron y los escasos doce que llegaron, y como la semilla cuajó y se levantó el huracán. Habló del Profesor. Y terminó diciendo "Esto es Jesucristo vivo" 

- "Se tendría que escribir un libro sobre esta historia", añadiría

- "Quizá se esté escribiendo ya, doctor"
 

Entonces comprendí ante aquella brillante locuacidad del doctor, el por qué de su manera silenciosa de observar la realidad, o al menos creí intuirlo: era la actitud de un hombre que sabe pisa territorio comanche. Desapego y precaución, cuanto menos.

Dijo mucho más, estaba hablando de la Z, pero desde la A hasta la Y, no se le había escapado nada. Ni a sus compañeros.

Julio se levantó y empezó a deambular como buscando algo.

-         “¿Qué hace doctor?”
-          
-         “Estoy buscando el sitio donde vamos a poner el consultorio..” dijo con una sonrisa

-         “No lo busque en la huerta doctor Julio, que ya tiene lugar: será una habitación añadida al muro de la escuela, para ahorrar dinero. Ahora que sé que a esta guerra se apunta la Brigada Cubana, con estos niños les montamos a los gringos una de Cochinos, pero al revés, y seguro que los chavales no fracasan, Juá¡”

Ha sido la más emocionante de las vivencias que esta historia nos ha regalado.

Jamás pude pensar que unos revolucionarios provenientes de un mundo y una cultura tan chocante con la  que pisaban, pudieran tan solo hablar el lenguaje del corazón y no trabarse en obstáculos propios de programaciones mentales de fondo.

Y volví a acordarme de esa declaración del “Ché” tan lúcida: “a mí no me importa para nada un sistema político y económico que no sea capaz de crear un hombre nuevo”.

                                                  Felix y Julio, en la explanada

Aquella tarde en la huerta, pensé que no sabía por cuántas generaciones pero que el espíritu del argentino cubano revoloteaba por allá , mezclado  con el del profesor, y los de Aitor y Chiara, jugando caprichosamente entre ellos, y empeñados todos en descubrir que realmente, bajo los adoquines, estaba la playa.

Seguimos defendiendo nuestro derecho al delirio, a soñar lo imposible y a reposar nuestra cabeza en los brazos de la utopía.

Anoche recibía del doctor Julio un mensaje:



“Gustavo gracias a vd. , a su esposa, al profesor y ese grupo de niños hermosos que nos hicieron pasar uno de los momentos más emotivos desde nuestra llegada a este país. Ese restaurante y esa mesa hecha por manos de niños llenos de amor e ingenuidad superan al mayor de los restaurantes de lujo que pueda existir, porque el lujo y la magia la encierran aquellos maderos colocados por ellos, aquella mesa y como adorno cada planta que estos niños con amor y esmero han sembrado y cuidan día a día. El deseo de mi corazón es que Dios bendiga estos niños y se hagan realidad esos sueños.”

Así sea doctor Julio, así sea.

He de confesar que a veces los sueños se nos quedan cortos: fue mucho mejor de lo esperado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Antes de comenzar, un abrazo amigo Ahmed.
El suceso, previsible, como no podía ser de otro modo, cuando hay de por medio intereses tan enfrentados como los de los protagonistas.
La gente sigue su camino y la vida continúa, pero la semilla permanece y da frutos como en el caso de los muchachos de tu aldea.
Animo amigo y hasta pronto.

Ahmed dijo...

Querido hermano Javem, como estás? Ciertamente es así: en la medida que nada de lo que se hace queda sin efectos, el asunto es que las semillas plantadas sean muchas y buenas. Pensar en que uno no se sentará a la sombra de algunos árboles que plante, es el reverso de las muchas sombras a las que nos sentamos de cuyos árboles desconocemos quienes los plantaron, y que bajo las mismas, a buen seguro ellos tampoco se sentaron. Es la unidad del ser y la continuidad de este eterno presente que es la vida. No nos queda sino trabajar. No nos queda sino la esperanza y hacer de cada momento una victoria. La celebración anticipada de esa victoria final, ineludible, segura, garantizada, que a buen seguro no contemplaremos. Celebrándola y “conjurándola”, la hacemos real cada día.

Te abrazo y te deseo lo mejor.